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sábado, 1 de junio de 2013

Vive la vida

VIVE LA VIDA


Eran las 10 de la mañana del 14 de febrero cuando Margarita Casas empezaba con su rutina diaria de repartir envíos de flores a diferentes lugares de la ciudad de Barcelona.
A Margarita, su trabajo no le apasionaba, pues siempre repartía ramos que hombres encargaban para sus mujeres, o novios a sus parejas. El día de San Valentín era especialmente el día del año que menos le gustaba. Y todo porque ella quería tener un novio que la quisiera, que le diera cariño y la respetara, pero sus relaciones no duraban demasiado tiempo. El último reparto del día, era para una mujer llamada Agnès. Cuando llegó a casa de esa tal Agnès, toco el timbre y le abrió una mujer mayor que le dijo:
-       Buenos días, ¿qué deseas jovencita?
-       ¿Es usted Agnès?
-       Sí, la misma.
-       Vengo a entregarle este presente –dijo Margarita-.
-       ¡Pero qué flores más bonitas! Seguro que es cosa de Juan, mi marido. Hoy es nuestro aniversario. Por favor querida, pasa, entra a mi casa.
-       No, muchas gracias. Tengo que irme ya.
-       Insisto. Ven, tomemos un café que a estas horas mi marido está trabajando y estoy aburrida aquí sola –manifestó Agnès-.
-       De acuerdo, pero solo un café y me marcho.
Las dos mujeres entraron en la casa y mientras Agnès preparaba los cafés, Margarita se sentó en el sofá. Cuando Agnès volvió se sentó junto a la joven repartidora y empezaron a charlar.
-       Bueno, y dime, ¿cómo te llamas? –preguntó Agnès.
-       Margarita, pero mis amigos me llaman Marga.
-       Bonito nombre. ¿Cuántos años tienes?
-       Veinte, bueno, mañana cumplo veintiuno.
-       ¡Pues felicidades!
-       Muchas gracias.
-       Supongo que tendrás novio ¿no?
-       Ya me gustaría… ¡Mi relación más larga ha durado un mes! No es que tenga mucha suerte con los hombres –espetó Marga triste-.
-       Yo tampoco la tenía ¡y mira cómo acabé! Con un marido que cada aniversario me regala un ramo de flores. Te voy a contar una historia:
cuando yo era joven no era la típica chica con un montón de amigas y aún menos con novio. Mi única amiga, que se llamaba Elisa, siempre hablaba con los chicos, pero yo era muy tímida y no me atrevía. Una noche, en la discoteca, se me acercó posiblemente el chico más guapo de toda Barcelona y empezó a hablarme. Se llamaba Eric. Pero como te he dicho antes, yo era tímida y esa timidez me provocaba a su vez torpeza. Se me trababa la lengua cuando le hablaba y creo que alguna que otra vez le escupí. Pero eso a él no le importó, porque yo le gustaba de verdad. Empezamos a quedar y yo fui perdiendo esa timidez y esa torpeza. Pero un día descubrí que me había engañado con otra chica. En ese momento me sentí la chica más desgraciada del mundo y Elisa me intentó animar diciéndome que Eric no me merecía, que yo era demasiada mujer para él. Pero nada me animaba. Yo le quería. Me pasé un mes sin querer saber nada de ningún chico. Cuando íbamos de fiesta intentaba no mirar a los hombres, para evitar volverme a “enamorar”. Simplemente me concentraba en pasármelo bien con Elisa. Hasta que le vi. Entonces supe que mi historia con Eric no había sido nada. Y como yo sí creo en el amor a primera vista, me enamoré de verdad. Él también me vio y me sonrió. No hará falta que te cuente el final por dos razones: 1- Basta que mires la foto en que salimos Juan y yo en nuestra boda. 2- El final aún no ha llegado.
En fin, esta es mi historia. Ahora llevamos 52 años casados y sigo queriendo tanto a Juan como el primer día en que le vi en aquella fiesta. A lo mejor te ha parecido un poco cursi, pero el amor es así. Con esto te quiero decir que no te apures en encontrar el amor. No tengas prisa, porque cuando de verdad estés enamorada, lo sabrás. La palabra AMOR es muy seria, así que no la confundas con la de “cariño” porque no son sinónimas. Y quiero que, aunque casi no me conozcas, confíes en mí y me hagas caso en lo que te voy a decir: vive la vida, eres muy joven y tienes toda la vida por delante, así que aprovéchala, no pienses solo en el amor porque esta simple palabra te hará pasar momentos malos y buenos pero no puedes depender siempre de si tienes novio o no, porque mientras lo pienses ya se te habrá pasado el tiempo y habrás desperdiciado valiosos años de tu vida solo pensando en el amor. Así que te vuelvo a repetir: VIVE LA VIDA.