VIVE LA VIDA
Eran
las 10 de la mañana del 14 de febrero cuando Margarita Casas empezaba con su
rutina diaria de repartir envíos de flores a diferentes lugares de la ciudad de
Barcelona.
A
Margarita, su trabajo no le apasionaba, pues siempre repartía ramos que hombres
encargaban para sus mujeres, o novios a sus parejas. El día de San Valentín era
especialmente el día del año que menos le gustaba. Y todo porque ella quería
tener un novio que la quisiera, que le diera cariño y la respetara, pero sus
relaciones no duraban demasiado tiempo. El último reparto del día, era para una
mujer llamada Agnès. Cuando llegó a casa de esa tal Agnès, toco el timbre y le
abrió una mujer mayor que le dijo:
- Buenos días, ¿qué deseas jovencita?
- ¿Es
usted Agnès?
- Sí,
la misma.
- Vengo
a entregarle este presente –dijo Margarita-.
- ¡Pero
qué flores más bonitas! Seguro que es cosa de Juan, mi marido. Hoy es nuestro
aniversario. Por favor querida, pasa, entra a mi casa.
- No,
muchas gracias. Tengo que irme ya.
- Insisto.
Ven, tomemos un café que a estas horas mi marido está trabajando y estoy
aburrida aquí sola –manifestó Agnès-.
- De
acuerdo, pero solo un café y me marcho.
Las dos mujeres entraron en la casa y mientras Agnès
preparaba los cafés, Margarita se sentó en el sofá. Cuando Agnès volvió se
sentó junto a la joven repartidora y empezaron a charlar.
- Bueno,
y dime, ¿cómo te llamas? –preguntó Agnès.
- Margarita,
pero mis amigos me llaman Marga.
- Bonito
nombre. ¿Cuántos años tienes?
- Veinte,
bueno, mañana cumplo veintiuno.
- ¡Pues
felicidades!
- Muchas
gracias.
- Supongo
que tendrás novio ¿no?
- Ya
me gustaría… ¡Mi relación más larga ha durado un mes! No es que tenga mucha
suerte con los hombres –espetó Marga triste-.
- Yo
tampoco la tenía ¡y mira cómo acabé! Con un marido que cada aniversario me regala un ramo de flores. Te voy a contar una historia:
cuando yo era joven no era la típica chica con un montón de
amigas y aún menos con novio. Mi única amiga, que se llamaba Elisa, siempre
hablaba con los chicos, pero yo era muy tímida y no me atrevía. Una noche, en
la discoteca, se me acercó posiblemente el chico más guapo de toda Barcelona y
empezó a hablarme. Se llamaba Eric. Pero como te he dicho antes, yo era tímida
y esa timidez me provocaba a su vez torpeza. Se me trababa la lengua cuando le
hablaba y creo que alguna que otra vez le escupí. Pero eso a él no le importó,
porque yo le gustaba de verdad. Empezamos a quedar y yo fui perdiendo esa
timidez y esa torpeza. Pero un día descubrí que me había engañado con otra
chica. En ese momento me sentí la chica más desgraciada del mundo y Elisa me
intentó animar diciéndome que Eric no me merecía, que yo era demasiada mujer
para él. Pero nada me animaba. Yo le quería. Me pasé un mes sin querer saber
nada de ningún chico. Cuando íbamos de fiesta intentaba no mirar a los hombres,
para evitar volverme a “enamorar”. Simplemente me concentraba en pasármelo bien
con Elisa. Hasta que le vi. Entonces supe que mi historia con Eric no había
sido nada. Y como yo sí creo en el amor a primera vista, me enamoré de
verdad. Él también me vio y me sonrió. No hará falta que te cuente el final por
dos razones: 1- Basta que mires la foto en que salimos Juan y yo en nuestra boda. 2- El final aún no ha
llegado.
En fin, esta es mi historia. Ahora llevamos 52 años casados y sigo queriendo tanto a Juan como el primer día en que le vi en aquella fiesta. A lo mejor
te ha parecido un poco cursi, pero el amor es así. Con esto te quiero decir que
no te apures en encontrar el amor. No tengas prisa, porque cuando de verdad
estés enamorada, lo sabrás. La palabra AMOR es muy seria, así que no la
confundas con la de “cariño” porque no son sinónimas. Y quiero que, aunque casi
no me conozcas, confíes en mí y me hagas caso en lo que te voy a decir: vive la
vida, eres muy joven y tienes toda la vida por delante, así que aprovéchala, no
pienses solo en el amor porque esta simple palabra te hará pasar momentos malos
y buenos pero no puedes depender siempre de si tienes novio o no, porque
mientras lo pienses ya se te habrá pasado el tiempo y habrás desperdiciado
valiosos años de tu vida solo pensando en el amor. Así que te vuelvo a repetir:
VIVE LA VIDA.